Nicanor era un cachondo dental, porque era dentista. A sus
clientes les hacía reirse un rato antes de intervenirles, y de este modo
dilataban la boca y la abrían más cuando él entraba en faena.
Un día, mientras trabajaba, decidió que quería tener
trillizos. Dejó a su paciente con la boca abierta cuando se marchó corriendo a
su casa para embarazar a su mujer. Cuando llegó, ella estaba preparando un
asado de mamut con escabeche que olía a gloria. De guarnición le había puesto
sandía.
Nicanor le dijo a su mujer que quería tener trillizos y
ésta, tras mirarle de arriba abajo le dijo: “vale”. Se pusieron a la faena y a
la media hora ella estaba embarazada de trillizos, los tres varones. Después
Nicanor volvió a su consulta y le dijo al paciente que había dejado con la boca
abierta: “Acabo de embarazar a mi mujer de trillizos”. A lo que el paciente le
contestó: “ Ya sabía yo que cuando se marchó andaba detrás de eso”.
Al cabo de nueve meses nacieron los trillizos, que fueron bautizados
con los nombres: Nicolás, Nicodemo y Nicasio. Pero para simplificar a los tres
los llamaban Nico, al igual que su padre.
Cuando la madre gritaba: “Nico”, aparecían los cuatro a la
vez, lo cual era muy divertido; como cuando llamaban por teléfono y preguntaban
por Nico.
Para hacerse distinguir decidieron que unos serían más altos
que los otros. Por ese motivo Nicolás decidió crecer hasta medir un metro
noventa. Nicodemo creció hasta uno ochenta y Nicasio se quedó en uno setenta.
El padre Nicanor era el más bajito, pero como era el progenitor decidió crecer
hasta medir dos metros. La madre para imponerse a todos creció hasta dos metros
diez.
De este modo fueron denominados, Nico el grande, Nico el
mediano y Nico el chico. El padre Nico padre. Y la madre, que por cierto se
llamaba Nicolasa, era simplemente mamá...
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