Los consejeros no tienen límite en su hambre de gasto. Tiran de tarjeta hasta el infinito. No se preguntan hasta cuánto pueden llegar. Ellos dilapidan su tarjeta sin pensar quién la cubre ni tampoco pensando que la caja de la que salen los fondos está empleando dinero de un rescate que a la postre nos repercutirá a todos. Y todo esto tal y como está la economía... ¿Ha desaparecido la palabra vergüenza?
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