miércoles, 27 de junio de 2012

Noticia de coña - Crónica de un hombre seguro de sí mismo...

Está mañana he escuchado como mi despertador sonaba o conectaba la alarma. En ese momento no sabía si levantarme o tirarme de la cama. He tenido que decidir entre ducharme o bañarme. Cuando he decidido entre vestirme o ponerme la ropa, me he dirigido a la cocina, o sala de hacer la comida, y he tomado la decisión de si tomar el desayuno o saciar mi hambre matutina. Luego he tomado la decisión entre ir a trabajar o cumplir con mis obligaciones laborales. Cuando he visto al jefe he dudado entre saludarle o darle los buenos días. Hoy, como principal tarea en mi trabajo he podido decidir entre buscar clientes nuevos o conseguir gente nueva que comprar nuestros productos.


Al terminar mi jornada laboral, no sabía si tomarme una cerveza con mis compañeros y si distraerme un rato en un bar con gente de mi empresa. En el bar había una chica que dudo en si era preciosa o estaba imponente. Me decidí a dirigirle la palabra o a hablarle y le dije si me daba su teléfono o un número de contacto. Accedió a lo primero y concretamos en volver a vernos o tener una cita. Dijo que ella me haría una llamada o contactaría conmigo. De este modo, al día siguiente, que era sábado, estuve por la tarde esperando que sonara el teléfono o al menos esperar el ring ring.

Cuando sonó y cogí el teléfono me llevé una tremenda desilusión porque quien me llamaba era la mujer con la que he estado viviendo unos años o mi expareja. Se puso a discutir, o a hablarme a gritos, hasta que me puso nervioso o intranquilo.Cuando colgué, o dejé el auricular, volvió a sonar el teléfono y ahora sí que era la chica de ayer o la que conocí en el bar. Me dijo que se llamara María pero la llamaban Marieta, y que a veces era rubia o otras pelirroja porque tenía tintes de colores en su casa o morada. Me dijo que le gustaba comer en restaurantes o fuera de casa y que uno de sus hobbys o aficiones era hacer deporte o ponerse a correr por el parque. Todo esto, a mi me fascinó o impresionó, y le dije que yo era un hacha haciendo el pino, o poniéndome al revés y que en ocasiones solía silbar el Hey Jude de los Beatles sin desentonar ninguna nota, o sin ningún fallo. Esto a ella le gustó sobremanera y sin pensárselo dos veces, o tres, me dio un beso en los labios y me dijo que yo era el hombre, o pareja, de su vida. Estuvimos teniendo relaciones cuatro o cinco meses y le pedí matrimonio o que nos casáramos. Accedió a lo segundo y fuimos felices o dichosos, aunque siempre tuve una duda, porque tuvimos cuatro o cinco hijos, ya que uno de ellos no supe si era mío...

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